El nuevo cepario de microalgas y cianobacterias articulado por la EPMAPS, el FONAG y la PUCE es una realidad.

Un cepario constituye un banco biológico que permite monitorear los cambios naturales en la flora de los embalses y anticipar los impactos que puede producir una proliferación de microalgas y cianobacterias en su calidad y operación.

En un artículo publicado en febrero de 2019, sobre el Atlas de microalgas y cianobacterias del Embalse Salve Faccha, se mencionó la intención de crear un cepario o colección viva de microalgas y cianobacterias de los embalses operativos de la EPMAPS (Salve Faccha, La Mica, Sucus y Mogotes).

Embalse Salve Faccha. Foto: EPMAPS.

Producto del esfuerzo colectivo de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento de Quito (EPMAPS), el Fondo para la Protección del Agua (FONAG) y Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), ahora este objetivo se materializó.

Actualmente, gracias al convenio entre estas instituciones y el valioso apoyo del decanato de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, existe un cepario en las instalaciones de la PUCE que cuenta con todos los recursos necesarios para su funcionamiento. Allí se encuentran varias cepas de microalgas y cianobacterias en etapa de aislamiento, crecimiento y escalamiento. Es decir, se está probando varios medios de cultivo con diferencias en nutrientes para ver su crecimiento, adaptabilidad, supervivencia y mortalidad.

Diana Astorga, bióloga y docente de la carrera de Microbiología de  la PUCE, trabaja en conjunto con Kelly López, quien fue becaria de la Estación Científica Agua y Páramo (ECAP) en el levantamiento del Atlas de microalgas y cianobacterias del embalse Salve Faccha, en la identificación, cuidado y escalamiento de estos microorganismos. Además, con el apoyo de otras investigadoras, se encargan de la creación de una ficoteca para tener muestras fijas que contribuyan a la creación de un álbum de registro histórico de los microorganismos que existen en los embalses altoandinos que proveen de agua a Quito.

Cepario de microalgas y cianobacterias. Foto: Kelly López

Desde FONAG, a través de la Estación Científica Agua y Páramo (ECAP), estas investigadoras reciben apoyo logístico y de difusión de los resultados obtenidos. Por su parte, EPMAPS contribuye desde su Departamento de Control de la Calidad del Agua con su área analítica de laboratorio, recursos, cámaras, microscopios, protocolos de monitoreo estandarizados y desde luego su conocimiento técnico y científico.

Vale destacar que, este proyecto cuenta con el apoyo científico de expertos destacados en el ámbito de identificación y manejo de embalses como son: Andrés Arévalo, Santiago Duque, Ricardo Echenique y Miriam Steinitz-Kannan.

Diana Ontaneda, bióloga y funcionaria de la EPMAPS en el Departamento de Gestión de Recursos Hídricos, Unidad de Manejo de Cuencas y Limnología, comenta que todo el apoyo logístico y técnico de estas instituciones han permitido que el cepario dé sus primeros frutos.

La creación de un cepario constituye un banco biológico que permite entender qué impactos puede producir una proliferación desmesurada de estos organismos en la calidad en un embalse. Ontaneda, indica que no siempre se le da la importancia necesaria a la parte biológica y microbiológica de los embalses, pese a que ellos priman en las interacciones que hay en el agua a nivel de cadenas tróficas y floraciones.

Si bien EPMAPS siempre se ha preocupado por este ámbito, Ontaneda afirma que en los últimos tres años el componente biológico ha tomado un papel protagónico, no solo en la Gerencia de Ambiente, sino también en la Gerencia de Operaciones. 

Algunos de estos microorganismos producen metabolitos que pueden ocasionar el taponamiento de filtros en las plantas de tratamiento. Por ello, se instaló en el embalse Salve Faccha una hidroboya multiparamétrica para medir en tiempo real la calidad de agua. Además, se instalarán detectores de ficocianina y clorofila para identificar la presencia de cianobacterias.

“Ahora las decisiones no solo se toman por la parte de ingeniería o química, sino también por la parte biológica. Esto forma parte del árbol de decisiones de la empresa”, afirma Ontaneda.

Pese a la Emergencia Sanitaria producida por el covid-19, los controles y seguimiento al cepario no se han estancado. Diana Astorga consiguió un permiso especial para realizar visitas periódicas puntuales que le permiten alimentar y supervisar a las cepas. La idea es disminuir la posibilidad que estos ejemplares perezcan.

Este cepario de microalgas y cianobacterias provenientes de embalses altoandinos es un esfuerzo pionero en el país que marca un hito y el rumbo a seguir para garantizar la disponibilidad de agua segura para la ciudad. 

 

Revisión y Supervisión: Luna Delerue – FONAG y María Emilia Rueda – EPMAPS.
Reportería y redacción: Diego Ribadeneira Falconí – FONAG.